En una entrevista que se realizó el pasado día 16 de Febrero del presente año al obispo de Augsburgo (Alemania) de nombre Walter Mixa para el diario Augsburger Allgemeine, se le formuló una pregunta con respecto a los abusos sexuales cometidos contra 100 menores de edad en escuelas católicas de la región, por lo que declaró lo siguiente: "son crímenes especialmente abominables pero, son en parte fruto de la revolución sexual. Con seguridad no es del todo inocente la denominada revolución sexual, en la que hubo críticos de la moral especialmente progresistas que preconizaban el contacto sexual entre adultos y menores." Y en cuanto a la cuestión de si no sería posible que el celibato fuera una de las principales causas de estos lamentables hechos, respondió: "La mayoría de los delitos sexuales los cometen hombres casados, a menudo del propio entorno familiar de las víctimas."
En términos similares se expresó el obispo Alfonso Carrasco Rouco, de la ciudad de Lugo, España, quien disculpó a los sacerdotes de Irlanda diciendo: "Creo que eso es triste y desluciría la imagen de cualquiera agrupación o cualquier grupo de personas. Pienso que es una pena que suceda, pero es muy difícil pensar que, entre cientos y miles de personas, nunca pase esto, ya que la naturaleza humana es débil, frágil y tiende al pecado.”
Ahora bien, analizando las palabras del obispo, no nos queda más que cuestionar ¿Y la iglesia en qué lugar queda? Ya que si somos más analíticos, es evidente que el comentario tiende a satanizar un movimiento cultural que va contra los supuestos principios de la iglesia, aunque, y dicho sea de paso, los miembros de la misma son los primeros que trasgreden dichos principios que tanto proclaman. Es evidente que en otras expresiones del cristianismo, como podrían ser las sectas evangélicas, los casos de abuso sexual a menores es muchísimo menor a los que se registran en la iglesia católica, y esto se ha adjudicado principalmente al hecho de que en estos grupos se permite que los líderes religiosos puedan contraer matrimonio libremente.
Ahora, se podría argumentar que el estudio está viciado, ya que la población evangélica es mucho menor a la población que profesa la fe católica, y bien, eso es cierto, pero sólo en México y latino-América, ya que si revisamos estadísticas, EEUU es un país mayormente evangelista, al igual que el Reino Unido. Entonces podría surgir la idea irracional de algún creyente que defiende que los sacerdotes no contraigan matrimonio sin conocimiento de causa, pero resulta que la misma biblia en ningún lugar impone el celibato obligatorio, de hecho los discípulos jesús eran hombres casados y muchos papas a lo largo de la historia también lo fueron, incluso en Levítico capítulo 21 versículos 13 a 15, supuestamente, dios describe a Moisés las características que debe tener la esposa de un sacerdote. Después de lo anterior, sólo queda hacer la referencia del por qué de dicha costumbre en la iglesia, y resulta que durante gran parte de la edad media los sacerdotes que tenían familia, al morir, heredaban los bienes eclesiásticos a sus mujeres e hijos, por lo que las autoridades de la época determinaron en el concilio de Trento, celebrado hacia los años de 1545 a 1563 0 64 que el celibato sería la mejor opción para evitar la fuga de bienes. Otra cuestión que orilló a tomar dicha decisión fue el hecho de que es más fácil disponer del tiempo y la vida de hombres solteros que casados. Ahora ya con esto podemos decir que si las evidencias claramente apuntan a que mantener en una época como la actual a hombres solteros y, con la imposibilidad de tener acercamiento con alguna especie de pareja íntima, está ocasionando que miles de niños al rededor del mundo sufran abusos de este tipo, ¿no resultaría lógico abolir dicha prohibición y permitir que satisfagan estos sujetos sus necesidades humanas de una forma honesta, natural y aceptable, en vez de hacer caso omiso a los hechos y por ende, permitir que los abusos se sigan cometiendo?
Es obvio que lo que está causando el abuso a los menores no es ninguna "revolución sexual," ya que por principio de cuentas, la revolución sexual solamente trata de que la sexualidad humana sea vista con naturalidad y no a través de un tabú, tabú que se ha caracterizado principalmente por la fobia y el desprecio hacia todo tipo de manifestaciones de la sexualidad humana como algo que está en la naturaleza del ser humano. Alguna vez tuve una charla con una buena amiga sobre si la sexualidad era un derecho en sí misma, ella decía que sí, en cambio yo considero que la sexualidad en sí misma no es un derecho, sino que, la sexualidad es un proceso biológico que experimenta todo ser humano, y que el derecho radica en la posibilidad de decidir el ejercer dicha sexualidad con determinada persona o no. Independientemente de cualquier perspectiva en que pueda verse a la sexualidad humana como un derecho, lo único que podemos tener seguro es que prohibir su ejercicio constituye la violación a un derecho que todo humano posee de forma intrínseca. Entonces, ya bajo una perspectiva más clara podríamos decir que la culpa de dichos abusos sexuales a menores no es de una "revolución sexual," sino que por el contrario, es el corolario de prohibir al ser humano el pleno desarrollo de su propia naturaleza, y que su argumento solamente viene a hacer mella a la libertad sexual humana de una forma por más despreciable y desconsiderada hacia con las víctimas y tiene la única finalidad de seguir ocultándole al grueso de la población la realidad tal cual es, y esto lo digo en forma benevolente hacia la iglesia, ya que, se tiene registro de abusos sexuales a menores que provienen desde el siglo XI, antes de la citada revolución sexual, así que, el problema quizá tiene más que ver con la mentalidad religiosa o con otros aspectos diversos, ajenos a los discursos embusteros de estos religiosos.
El comentario que hace el obispo con referencia a que la mayoría de los delitos sexuales son cometidos por adultos mayores casados resulta ser cierto, pero con este argumento tampoco se explica el hecho de por qué los sacerdotes católicos son los que tienen un mayor índice de abuso infantil frente a los guias religiosos de otros cultos como los protestantes (como ya se había mencionado arriba).
La disculpa del obispo de Lugo es toda vía más infame, es decir, para él esto es simplemente algo que pasa y punto, sin embargo, pasa por alto (igual que Walter Mixa) a todas las víctimas inocentes de estos pederastas. Además, por su comentario, lo que más pena le provoca es que la "imagen" de la iglesia se desluce, pero ¿Y qué con las víctimas? A caso vendrán con el argumento por demás estúpido de que, como ni cristo ni la virgen les han manifestado en ninguna de sus apariciones su inconformidad, no están haciendo nada malo (discurso muchas veces utilizado para justificar el celibato) o con el peor aún, discurso medieval de que un poco de sufrimiento en la tierra es augurio de un futuro mejor en el cielo y que, por tanto, lo que le hacen a los niños no es nada malo sino al contrario, les están asegurando un lugar en el cielo, o, como en ocasiones anteriores, apelarán a que la iglesia debe estar alejada de la justicia y los juicios humanos, ya que quien se hará cargo de poner las cosas en su lugar será dios en persona.
Aunque estas aberraciones y discursos por demás estúpidos y tramposos podrían parecer lejanos a nosotros, ya que todas las mencionadas se suscitan en Europa, no podía pasar por alto la noticia con la que concluyo esta entrada, noticia peor a las mencionadas arriba y que, lamentablemente se suscita en México. Resulta que los altos jerarcas de la Iglesia católica, el gobierno de Veracruz con el auxilio del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, dejaron en libertad el pasado 12 de febrero al sacerdote "Rafael Muñiz López" a.k.a. el "Lobo Siberiano", quien fuera líder de una red de pornografía infantil. A este sujeto se le comprobó que almacenaba y enviaba imágenes de niños desde su computadora en la parroquia de San Pedro Apóstol en Veracruz, a otros cinco sujetos que operaban en el D.F., Puebla, Veracruz, Yucatán y lamentablemente, ni más ni menos que aquí mismo en el Estado de Aguascalientes. Se demostró que el cura además enviaba imágenes a pederastas ubicados en Rusia, E.U.A., España y algunos países de Sudamérica (Chile entre ellos). Ante las evidencias, se dictó el auto de formal prisión en su contra, por el cargo de distribución de pornografía infantil agravada, ya que, resulta que ser ministro de un culto es causal de agravante en delitos sexuales. Aunque en últimas fechas este sujeto despreciable logró ampararse bajo el argumento de que la difusión de la pornografía infantil era sólo entre un círculo cerrado de personas, y salió libre "para seguir gozando de pornografía de niñas y niños de 0 a 10 años, mientras no vulnere la 'moral pública', o sea mientras lo haga 'en lo oscurito'."
El Arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios quien defendiera en su momento a Jesús Sandoval González, que fue sentenciado por haber violado a varios niños de la casa hogar Manuel Pío López; este ridículo sujeto era auxiliado por una despreciable e igualmente ridícula monja conocida como "Madre Martha," la que los conducía hasta el domicilio del pederasta a cambio de la módica cantidad de $500 y bajo pretexto de ser confesados, ya una vez en el domicilio, eran víctimas de diversos abusos sexuales. Pues bien, el Arzobispo festejó en el sermón dominical por la libertad de Muñiz López tras lograr incidir en el gobierno de Veracruz para evitar que la Procuraduría local siguiera con las investigaciones, por lo que el juez negó la revisión de un recurso de revisión solicitado por el ministerio público, de forma por demás convenientemente para el sacerdote. El juez ordenó que al párroco se le juzgara en Veracruz, donde se le dejó libre no obstante que los artículos 290 y 291 del código penal para el Estado de Veracruz establecen que se le impondrán de 7 a 16 años de prisión a quien financie, elabore, reproduzca, comercialice, distribuya, compre, arriende, exponga, publicite o difunda material que procure, facilite induzca u obligue a menores de 16 años o incapaces a realizar actos de exhibicionismo sexual. El artículo 294, por su parte establece una pena de 10 a 20 años en caso de agravante, pero resulta que en éste no se mencionan a los ministros religiosos (por ejemplo, el artículo 28 de la legislación penal de Ags. si lo establece expresamente) y como resulta que la ley penal se aplica a la letra, no hay ninguna agravante en el delito cometido por este individuo. He visto en el artículo que uso como fuente de esta entrada (dejo el vínculo abajo) , que se da a entender que el juez que revisó el asunto decidió arbitrariamente que se le juzgara en Veracruz, ya que al parecer quien redactó dicho texto pretende que este individuo sea juzgado en el D.F. ya que el artículo 71 ter del código penal para el D.F. es más contundente en lo tocante a la sanción. Quiero hacer notar que la resolución no es arbitraria, ya que este individuo cometió los delitos en Veracruz y el juez competente (por territorio) para conocer del asunto debe ser igualmente de Veracruz ya que el acto se cometió allí y no en el D.F. y además se le debe juzgar con base en las leyes de dicho Estado, así que no se trata de una decisión arbitraria, lo que si es arbitrario es que se le deje en libertad ante las evidencias que se tienen y tomando en cuenta también los artículos ya mencionados del código penal del Estado de Veracruz.
No me queda más que concluir esta entrada, diciendo que si esto es lo mejor que puede hacer la iglesia en una época en la que ha sido despojada del poder político absoluto, donde los hombres podemos ver sus actitudes a través de la luz de la razón y el espíritu crítico sin el temor a ser asesinados por herejía, no quiero ni imaginar lo que habrá hecho en las épocas en las que nadie le oponía resistencia.
olvidé de nueva cuenta especificar al inicio del texto que no era apto para creyentes férreos en dogmas frágiles, así que, no se ofendan susceptibilidades.
Buscando más información en la red, me encontré con este listado de sacerdotes pederastas, según se dice, elaborado a modo de denuncia.
Fuentes:
Obispo Walter Mixa,
Obispo Alfonso Carrasco,
Rafael Muñiz.
diabŏIus
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