Resulta que la cámara de los Lores del parlamento Ingles realizó un proyecto de ley en el que se le asegurarán mayores derechos referentes a la igualdad social de los homosexuales, por lo que en la víspera de lo que será su próxima visita al Reino Unido, Benedicto XVI declaró que dicho proyecto de ley viola la ley natural (la que dicho sea de paso, garantiza la igualdad entre seres humanos), además de que según sus propias declaraciones, este proyecto también amenaza la "larga tradición británica" de libertad de expresión.
A primera vista podría parecer que estas declaraciones del Papa son sólo una opinión inocente del dirigente de una iglesia que pugna por conservar un adecuado orden moral en la sociedad, aunque, realmente eso es lo último que propicia este tipo de comentarios; analicemos pues las implicaciones prácticas de las mismas. Primero que nada, está la clara discriminación por parte de la iglesia hacia los grupos de personas homosexuales, con lo que se trata de evitar la principal implicación de este proyecto de ley, que podría orillar a la iglesia católica a contratar homosexuales en un futuro no muy lejano o, incluso y peor aún (según dirán probablemente) aceptar mujeres en el "santo ministerio" sacerdotal.
Lo que me parece un tanto curioso es que según Benedicto XVI, este proyecto viola la ley natural, ya que no alcanzo a entender en que sentido afirma esto, partiendo del hecho de que uno de los principales postulados del derecho natural es crear un derecho intrínsecamente justo, además de elaborado por la razón en todos sus detalles, sistematizado con base en reglas lógicas y por lo tanto, alejado del dogma y los tabues sin argumentos lógicos y racionales, dejando con ello atrás los argumentos de autoridad o Magister Dixit, bajo el pretexto de Roma locuta, causa finita. El ius naturale promueve los derechos intrínsecos del ser humano, como son la vida, la propiedad y entre otros también están "la igualdad y la libertad," esta última en todos sus aspectos, como lo es la libertad de trabajo, de credo, de opinión y un largo et cetera. Aspira pues a un derecho permanentemente válido en cualquier tiempo y lugar, e incluso, uno de los principales postulados de esta corriente jurídica es que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y precisamente, gracias a ello, una de las principales consecuencias fue que la esclavitud se aboliera en una época en la que la iglesia parecía no perturbarse con ella.
Lo único cierto es que éste nuevo proyecto de ley amenaza las antiguas tradiciones, pero no de libertad de expresión como ha declarado Benedicto XVI, sino que más bien las arraigadas, inhumanas y brutales tradiciones de la edad de bronce que aún promulga la iglesia católica en nuestros tiempos, tratando de imponerlas a diestra y siniestra, no importando que se encuentren llenas de prejuicios hacia la mujer, los homosexuales y en general, de cualquier persona que piense o crea diferente, logrando establecer una cultura de la intolerancia en la sociedad, donde cualquier diferencia de opiniones es suficiente excusa para darse la libertad de odiar al prójimo, y no se diga en lo referente a cuestiones religiosas, donde un católico o un evangélico pueden darse la libertad de odiarse mutuamente, pero claro, ello por mantener el buen nombre de dios y la creencia propia en alto, en la máxima expresión de la soberbia y la estulticia del ser humano.
Olvidé mencionar que no es un texto apto para creyentes, así que no se ofendan susceptibilidades.
Fuente:
elmundo.es
A primera vista podría parecer que estas declaraciones del Papa son sólo una opinión inocente del dirigente de una iglesia que pugna por conservar un adecuado orden moral en la sociedad, aunque, realmente eso es lo último que propicia este tipo de comentarios; analicemos pues las implicaciones prácticas de las mismas. Primero que nada, está la clara discriminación por parte de la iglesia hacia los grupos de personas homosexuales, con lo que se trata de evitar la principal implicación de este proyecto de ley, que podría orillar a la iglesia católica a contratar homosexuales en un futuro no muy lejano o, incluso y peor aún (según dirán probablemente) aceptar mujeres en el "santo ministerio" sacerdotal.
Lo que me parece un tanto curioso es que según Benedicto XVI, este proyecto viola la ley natural, ya que no alcanzo a entender en que sentido afirma esto, partiendo del hecho de que uno de los principales postulados del derecho natural es crear un derecho intrínsecamente justo, además de elaborado por la razón en todos sus detalles, sistematizado con base en reglas lógicas y por lo tanto, alejado del dogma y los tabues sin argumentos lógicos y racionales, dejando con ello atrás los argumentos de autoridad o Magister Dixit, bajo el pretexto de Roma locuta, causa finita. El ius naturale promueve los derechos intrínsecos del ser humano, como son la vida, la propiedad y entre otros también están "la igualdad y la libertad," esta última en todos sus aspectos, como lo es la libertad de trabajo, de credo, de opinión y un largo et cetera. Aspira pues a un derecho permanentemente válido en cualquier tiempo y lugar, e incluso, uno de los principales postulados de esta corriente jurídica es que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y precisamente, gracias a ello, una de las principales consecuencias fue que la esclavitud se aboliera en una época en la que la iglesia parecía no perturbarse con ella.
Lo único cierto es que éste nuevo proyecto de ley amenaza las antiguas tradiciones, pero no de libertad de expresión como ha declarado Benedicto XVI, sino que más bien las arraigadas, inhumanas y brutales tradiciones de la edad de bronce que aún promulga la iglesia católica en nuestros tiempos, tratando de imponerlas a diestra y siniestra, no importando que se encuentren llenas de prejuicios hacia la mujer, los homosexuales y en general, de cualquier persona que piense o crea diferente, logrando establecer una cultura de la intolerancia en la sociedad, donde cualquier diferencia de opiniones es suficiente excusa para darse la libertad de odiar al prójimo, y no se diga en lo referente a cuestiones religiosas, donde un católico o un evangélico pueden darse la libertad de odiarse mutuamente, pero claro, ello por mantener el buen nombre de dios y la creencia propia en alto, en la máxima expresión de la soberbia y la estulticia del ser humano.
Olvidé mencionar que no es un texto apto para creyentes, así que no se ofendan susceptibilidades.
Fuente:
elmundo.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario